Habitantes residen en el parque nacional. 15.000 al incluir el área de influencia
Pueblos dan forma a Picos. Vierdes, con tres hombres y una mujer, es el que menos residentes tiene. Oseja, con 123 personas, el que más
Años es la edad media de la población, distribuida en once concejos: Amieva, Cabrales, Cangas de Onís, Onís, Peñamellera Baja y, desde 2012, Peñamellera Alta (Asturias), Camaleño, Cillorigo de Liébana y Tresviso (Cantabria) y Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón (León)
Acostumbrados a bregar con una naturaleza que no lo pone fácil, los vecinos defienden un territorio que ha forjado su carácter
Siguen sin terminar de aceptar como suyo un parque que, aunque ha dinamizado el sector turístico, entienden que no garantiza la supervivencia del pastoreo tradicional
SARA GARCÍA ANTÓN
Generación tras generación, se han tenido que enfrentar a un entorno siempre complicado y en ocasiones demasiado hostil. Los hombres y mujeres que residen dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa se sienten un tanto ajenos a una declaración que, en general, consideran que les dificulta más el día a día de lo que les aporta. Orgullosos de formar parte de un paisaje singular, reivindican con contundencia sus derechos sobre la tierra que pisan, que les da su medio de vida, y no terminan de comprender por qué no se les tiene en cuenta, por qué no se atienden sus reclamaciones. A pesar de las inversiones que se realizan desde Parques Nacionales y las comunidades autónomas, quienes habitan dentro del espacio protegido coinciden en una apreciación, independientemente de
en cuál de las veinte poblaciones que tiene el parque de los Picos de Europa: las limitaciones que impone formar parte de este territorio son demasiadas. Especialmente, sienten que sus necesidades no cuentan.
Ganaderos que tras conocerse que el parque iba a ser declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera soltaban un suspiro de alivio al saber que no iba a implicar más restricciones y que ni siquiera se sorprendían de que tampoco se tradujera en un beneficio económico, en más ayudas o inversiones. Vecinos, como los de Bulnes, que vieron cómo su ansiada carretera, esa que debía sustituir a una angosta canal, la del Texu, como acceso a la localidad se difuminaba entre promesa y promesa. Y, en su lugar, se empezaba a hablar de otras maneras de llegar a este pueblo, encajado, a 649 metros de altitud, entre cumbres de 1.600 metros. Vecinos a los que se les presentaba como un regalo un remonte que nunca quisieron, un funicular que en siete minutos llena de turistas el pueblo, pero que no da libertad a quienes residen en Bulnes. «Pierdes el viaje de las ocho de la tarde y, otra vez, a ir por el Texu», lamentan. Que observan cómo se han ido prohibiendo actividades que desarrollaban desde siempre, como la caza o la pesca, que se prevé desaparezcan del todo en 2020. «Como una reserva india», llegaron a decir que se sentían en Cabrales.
Covadonga, Camarmeña, Tielve, Sotres, Bulnes, Tresviso, Fuente Dé, Oseja de Sajambre, Soto de Sajambre, Pío, Ribota, Vierdes, Posada de Valdeón, Caldevilla, Soto de Valdeón, Los Llanos, Prada, Santa Marina, Cordiñanes y Caín. Son los nombres de los pueblos que dan forma al parque, repartidos entre Asturias, Cantabria y León. Entre todos superan ligeramente los mil habitantes, a los que hay que sumar a quienes viven en las denominadas zonas de influencia del espacio protegido. En total, una población –de la que menos de un 5% son extranjeros– que, si bien con tendencia a la baja, se ha mantenido estable en los últimos años en torno a las 15.000 personas.
La edad media se sitúa en los 48 años y algo menos de un 10% tiene catorce como mucho. Cillorigo de Liébana y Cangas de Onís son los que cuentan con más población infantil; de 15 a 29 años se estima que hay un 12%. Tasa que no compensa el alto porcentaje de población mayor de 65 años, que se acerca al 30% y es superior a la de las provincias en las que el parque tiene territorio.
El 36% del conjunto de habitantes, según estudios del Ministerio de Medio Ambiente, entiende que son excesivas las limitaciones derivadas de la condición de espacio protegido. El porcentaje más elevado de toda la red de parques nacionales. «Conservación a coste cero», lamentan los ganaderos, quienes recuerdan que han sido ellos, y sus antepasados, quienes con su trabajo consiguieron que Picos de Europa atesore la riqueza natural que le define. Eso sí, quienes residen en las áreas de influencia –fuera de los límites del parque, pero en su entorno– tienen una percepción más positiva. En la última encuesta publicada por el Ministerio se recoge que en general la población considera que el parque sí supone un estímulo para el desarrollo de la comarca; la valoración global deja un tres sobre cuatro de puntuación. Aunque el propio documento reconoce que la convocatoria de subvenciones no convence.
La ganadería y agricultura, además, han ido cediendo terreno a otros sectores. Como el de servicios. El 95,6% de los contratos que se hicieron en 2016 correspondieron a este sector. No en vano, Picos de Europa supera los dos millones de visitantes cada año.
Muy atrás quedan ya aquellos tiempos en los que apenas unas decenas de montañeros acudían en busca de cimas. Protectores de lo suyo, la actitud un tanto recelosa con la que en ocasiones parece que reciben a quien se adentra en su territorio esconde a pueblos acogedores, que han aprendido a convivir con los turistas.
Con gentes a las que en su momento miraban con una cierta desconfianza, preguntándose qué se les habrá perdido por aquí, y que se han convertido en el motor económico de la zona.
Y, de nuevo, como con cualquier iniciativa que quieren llevar a cabo, se han de enfrentar a las restricciones que se derivan de ser un espacio protegido. Ni las carreras de montaña se libran de la mirada de las autoridades. Pendientes de la aprobación del nuevo plan de uso y gestión, sus habitantes confían en que se les escuche. Que se adopten medidas contra el lobo y se haga algo para evitar que el «matorral crezca a sus anchas».
Tratante, ganadero y regidor de pastos de la Montaña de Covadonga
José Manuel Martínez Mier
Hostelero. Cabrales
Tiene 61 años, nació en Bulnes y allí sigue con el bar de su madre, la emblemática Guillermina Mier, que cumplió cien años con el parque antes de fallecer el año pasado. Pasa el año en el pueblo menos en invierno. Destaca lo mucho que aprendió de su madre, «pastora y hostelera». Todos los descendientes de Guillermina siguen vinculados a la hostelería. Su otra hija, Fifi, tiene un bar en Camarmeña y uno de sus nietos un albergue, también en Bulnes. «Todos somos de la misma cuadrilla»
Rosa María Codorniu
Farmacéutica. Camaleño
Llegó a Cantabria en 1990 procedente de Linares (Jaén) para visitar a una amiga andaluza. Había estudiado la carrera de Farmacia en la Universidad de Granada. Conoció Liébana y se enamoró de «su paisaje y de la humildad y sencillez de su gente». Su primer destino y donde en la actualidad ejerce su profesión es la farmacia de Camaleño. De los lebaniegos destaca «su gran longevidad, ya que se cuidan bien», y reconoce que «en esta comarca al pie de Picos de Europa se respira salud»
Herminia Roiz
Pastora. Bejes
Tiene 94 años y aún cuida un pequeño rebaño de ovejas. Ha sido pastora en uno de los entornos más bellos de Picos de Europa. Cuando tenía cinco años ya iba con el ganado a las majadas del pueblo. Viuda desde hace veinte, vive sola, almuerza de tenedor y le gusta enterarse de las noticias diarias, «escuchando la radio y viendo la televisión». Cuida de varias gallinas, que ponen «huevos ecológicos», carda e hila y coge setas de temporada. Se considera una mujer «alegre y llena de energía»
Nel Cañedo Saavedra
Pastor. Onís
De la séptima promoción de la escuela de pastores, Nel Cañedo Saavedra (Gijón, 1988), dejó su ciudad natal a los 27 años por una cabaña en la majada de Soñín, Onís, después de pasar tres años aprendiendo el oficio. Ahora elabora queso de Gamonéu y pastorea un rebaño de ovejas y cabras. Y también arrasa en internet con sus vídeos en YouTube, donde tira de ironía, cabreo y de un lenguaje muy directo para dar a conocer el pastoreo tradicional y sus problemas
Tomás Fernández
Guarda del Urriellu. Cabrales
Nació, se crió y vive entre montañas. Tomás Fernández (Sotres, 1958) suma tres décadas como guarda del refugio del Urriellu, antes lo fue del de Vegarredonda y, con anterioridad, guarda de pastos del Ayuntamiento de Cabrales, donde fue edil 24 años y unos cuantos meses alcalde. Defensor del parque, cree que queda camino por recorrer. «Los gestores están muy lejos de nosotros, los vecinos». La montaña es su vida. «Me lo ha dado todo, soy un afortunado que tiene lo que buscó y no pide nada más»
Federico Díez Sánchez
Vecino. Soto de Sajambre
A sus 86 años, Federico Díez presume de una memoria prodigiosa y recuerda como nadie los años de su infancia en Soto de Sajambre. Con apenas 12 años, sus padres le mandaron al monte a cuidar cabras y ovejas y desde siempre su vida estuvo ligada a la ganadería. «Todo el día trabajando», recuerda. Y en la mesa, patatas para almozar, comer y cenar. Hoy es uno de la docena de vecinos que vive en Soto y reconoce añorar los tiempos pasados, ya que ahora «no ves a nadie por la calle»
De criar ganado a atender turistas
El sector terciario es hoy en día el motor económico del parque. El pastoreo y la elaboración de quesos, principal sustento antaño, han quedado relegados
LAURA MAYORDOMO
Aquí o te dedicas a la ganadería, o al queso o al turismo. No hay más». El comentario en una conversación informal a pie de barra, en un pueblo como Sotres, situado a 1.050 metros de altitud, encuentra refrendo en las estadísticas oficiales. Los números constatan que la actividad económica predominante en los once municipios que integran el Parque Nacional de los Picos de Europa es la del sector servicios. Los últimos datos del Servicio de Empleo Público –dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social–, los referidos al ejercicio 2016, no dejan lugar a dudas: el sector terciario –principalmente la hostelería, los alojamientos turísticos, el comercio minorista y las empresas de turismo activo o las que se encargan de organizar rutas de montaña– daba empleo ese año a 754 personas en total.
Es decir, aglutinaba el 95,5% de los contratos en vigor en ese momento. Sectores como la construcción (con un 1,9%) y el industrial (con un 1,6% de los contratos) son meramente residuales en un territorio que, históricamente, desarrolló una economía de base ganadera especializada en la elaboración de queso (Cabrales y Gamonéu).
«En su día, los vecinos de la zona empleaban una expresión que es muy representativa. Cuando llegaba el verano, preguntaban: ¿Subes a hacer la renta del ‘quesu’ este año? Porque aquello era lo único que se convertía en dinero. Lo demás era economía de subsistencia». Jaime Izquierdo, geólogo experto en desarrollo rural y miembro del Consejo Asesor de la Asociación Española de Municipios de Montaña, se refiere a esa economía histórica como un modelo de aprovechamiento sostenible de los recursos, como un ejemplo de la nueva economía de transición ecológica que ahora se propugna. Aquel modelo histórico «era sostenible, circular y se basaba en las energías renovables».
Esa actividad, «exigua y no exenta de dificultades», contribuyó a conservar y perfilar el paisaje actual de los Picos. Como también lo hicieron, mientras fue rentable, la minería –en Buferrera se extraía manganeso; en Áliva, zinc– y el aprovechamiento del agua para la generación de energía eléctrica. Porque uno de los principales reclamos del parque, la ruta del Cares, es precisamente «el canal que se construyó para turbinar el agua de la central hidroeléctrica de Poncebos».
A partir del último tercio del siglo XX, el pastoreo vinculado a la producción quesera, esa economía primaria que antaño era el único sustento de prácticamente todos los hogares, comenzó a perder peso en favor de la ganadería de vacuno y del turismo, que en la actualidad se ha convertido en el verdadero motor económico de la zona.
No en vano, el Parque Nacional de los Picos de Europa ha visto aumentar de manera progresiva el número de visitantes en los últimos años hasta sobrepasar en la actualidad los dos millones: dos millones de almas a las que hay que alojar, dar de comer y ofrecer actividades. Tales cifras obligan a tejer una red de servicios lo suficientemente amplia, pero a la vez muy condicionada por la estacionalidad del turismo. Con 1.076 vecinos –15.000 si se tiene en cuenta el área de influencia del parque– las estadísticas oficiales reflejan que el 12,35% de la población de 15 a 64 años estaba desempleada en 2016 y que la tasa de desempleo había experimentado «un descenso generalizado y continuado» en los tres últimos años. Ese 12,35% de paro entre la población de los Picos es inferior a la media global de Asturias (13,42%), Cantabria (12,78%) y León (13,4%).
Los concejos asturianos de Peñamellera Alta, Cangas de Onís y Peñamellera Baja, por este orden, son los que registraban en 2016 mayores tasas de paro. Las menores se localizaban en el sector sur del área de influencia socioeconómica del parque, en Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón, en León.
De manera periódica, la Administración encuesta a los residentes en los municipios englobados en el Parque Nacional de los Picos de Europa y, entre otras cuestiones, les pide su opinión sobre la contribución del parque al desarrollo socioeconómico del entorno.
¿Es un estímulo para el desarrollo de la comarca?, les preguntó en una de esas últimas encuestas pidiéndoles graduar sus respuestas en una escala del uno al cinco. Analizadas todas ellas, la media resultante fue del 3,1. Sobre si las subvenciones otorgadas son realmente un incentivo al desarrollo sostenible, los habitantes del parque consideran que más bien poco.
Propietaria de la Quesería Maín y presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida queso de Cabrales
Montserrat Prellezo
Cocinera. Espinama
Desde niña ha conocido la cocina tradicional de su tierra en el negocio familiar, el Remoña de Espinama. Su madre, Aurita, le ha enseñado los platos más típicos lebaniegos, pero Montse, que desde 2015 está al frente de la cocina del restaurante, ha sabido innovar. Ofrece «guisos tradicionales y postres caseros, junto con platos con toques modernos en su elaboración». El plato estrella es el cocido lebaniego «con el que hemos ganado varios premios», así como la tarta de queso, «exquisita»
Jesús Noriega
Apicultor. Alles
En 2005 Jesús Noriega y su mujer, Carolina Álvarez, pusieron en marcha en Alles (Peñamellera Alta) una explotación apícola basada en el modelo francés, de pequeñas pero cuidadas producciones y abierta al cliente. Ese «valor añadido» ha sido la clave de un éxito que ha continuado con el Aula de la Miel, por la que cada año pasan unos 5.000 visitantes, y de la mano de novedosos productos, como la crema de avellanas o la de queso de cabra con miel. La próxima idea, «una mermelada de manzana con miel»
Miguel Cayarga
Diseñador. Cangas de Onís
De su imaginación han salido los diseños más ingeniosos. Primero plasmados en camisetas. Después, en todo tipo de artículos: tazas, bolsos, imanes… Pocos turistas se resisten a irse de Asturias sin llevarse uno de estos recuerdos. Las tiendas de Les Camisetes están ya por toda la región, pero nacieron en Cangas de Onís hace 16 años. Aquella primera tienda fue bautizada como ‘Ozania’, un monte de Amieva, en homenaje a su padre, el conocido hostelero Gaspar ‘el del Torreón’, natural de ese concejo
Belén Puente
Panadera. Vieda
Comenzó a ejercer de panadera hace 25 años, cuando conoció al que después sería su esposo, Amalio Camaleño, que regentaba la panadería familiar de Vieda (Cabezón de Liébana). «El secreto de un buen pan artesano es la elaboración con masa madre, lograr una fermentación lenta y disponer de horno de leña». En la panadería hacen un magnífico «pan redondo de kilogramo» y los tortos, torta de coscorón, galletas y magdalenas caseras. Belén reparte pan en su furgoneta cada día
Rafael Alonso
Exalcalde. Oseja de Sajambre
De 1970 a 1982 asumió el bastón mando del Ayuntamiento. Hoy, Rafael es uno de los pocos vecinos que viven todo el año en una tierra de la que está orgulloso y a la que ha estado ligado desde niño. Apenas 10 años en Bilbao le bastaron para saber que su lugar estaba en este pequeño pueblo de Picos. En Oseja ejerció la ganadería hasta 1996. Ve cómo el valle cada vez tiene menos futuro. Ninguno de sus cuatro hijos vive en Oseja y, como ellos, el resto de los jóvenes. «Aquí no hay porvenir»
Ángel de la Cuesta
Emigrante. Posada de Valdeón
Con lágrimas recuerda los encuentros con sus paisanos en EE UU tras meses «aislado en un desierto». Tuvo que coger sus maletas y cruzar el charco. Logró la residencia americana y aprendió el oficio de albañil en San Francisco. Regresó a España y entre Valdeón y León formó una familia con el recuerdo intacto de esa infancia dura en un valle que, a su juicio, «siempre estuvo abandonado por la administración». Hoy la situación, recuerda, «no es muy diferente»
Javier Campo
Queso y Alcalde. Tresviso
En 1986 Javier Campo se desplazó desde Tresviso hasta Barcelona con un queso picón elaborado por su madre, Teresa Campo. Logró el primer premio en la cata internacional celebrada en la Feria Alimentaria. Fue el inicio del reconocimiento a los quesos de Liébana, que significaría conseguir una Denominación Genérica de Calidad y, en 1993, la ansiada Denominación de Orígen. Campo ha seguido la tradición familiar elaborando un queso Picón Bejes-Tresviso con varios premios internacionales
Héctor Blanco
Hostelero. Intriago
Es la tercera generación al frente del restaurante María Luisa, el negocio que su abuelo, minero en Buferrera, y su abuela –la que le dio nombre– montaron en los años 50 del siglo pasado junto al lago Ercina. «Me crié allí y, cuando a los dieciséis dejé de estudiar, empecé a trabajar con mi padre, José Luis». Hace diez años que Héctor Blanco pasó a dirigir el negocio, que en la actualidad da empleo a una decena de personas, cinco de su entorno familiar, pese a que el volumen de clientes «está bajando»
El turismo de las bocas abiertas
Más de dos millones de personas visitan el Parque cada año. Covadonga, la Ruta del Cares o el Teleférico de Fuente Dé, polos de atracción para los viajeros
ÁLVARO MACHÍN
No hay estadística en este mundo de mareas numéricas que determine la cifra exacta de turistas que permanecen unos segundos con la boca abierta en Picos de Europa. En los cuatro minutos a bordo de la cabina del Teleférico de Fuente Dé. Junto a la escultura del rebeco en el Mirador del Tombo o al ver helado el Lago Enol tras pasar por la Santa Cueva. «Aquí, la mayoría del turismo es familiar», dice una voz al otro lado del teléfono en las oficinas del Parque Nacional. Está el montañero, el visitante de las cumbres y los senderos imposibles. El de toda la vida. Pero entre los más de dos millones de visitantes que eligen este lugar al cabo de un año, el grueso es otra cosa. Excursionistas de boca abierta, de asombro. Un motor turístico que deja huellas mucho más allá de los once municipios que ‘tocan’ el mapa del Parque. De los que vienen a ver estos asombrosos picos vive mucha gente.
En la web de la Asociación de Empresarios de la Comarca Asturiana de Picos de Europa (Incatur) hay un apartado incluido en el título general ‘Vive y disfruta’. Son, resumiendo, unas recomendaciones básicas para el turista que acude a este lugar. Elegir un campamento, un destino concreto desde el que visitar la zona. Programar la estancia en función de la época del año. Acudir a los centros de información y recordar siempre –pero siempre, siempre– que uno está pisando un Parque Nacional y que hay unas normas. Y en este párrafo, en cada línea, está contenida toda una estructura para comprender lo que supone el turismo. Lo que emana.
De entrada, además de Incatur, hay otras cuatro agrupaciones empresariales del mismo tipo. Es ya un dato para hacerse a la idea. La cabraliega (Ascatur), la del Alto Sella, la de los hosteleros del Valle de Camaleño y la de Turismo Rural en la vertiente de León. Cada una ofrece decenas de opciones para ese ‘campamento’. Negocios familiares en los que dormir, hoteles con todas las comodidades, restaurantes, posadas… Es más que eso. Empresas de turismo activo, organizadores de rutas, comercios, gasolineras cercanas en las que repostar… Gastronomía, por ejemplo. Sin salir de los límites del Parque se localizan los núcleos de cinco Denominaciones de Origen y cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas de quesos, miel o carne.
Es el turismo y es todo lo que pueda necesitar en un momento un turista. Información, claro. Repartida entre el centro de visitantes Pedro Pidal (Cangas de Onís), el de Sotama (Tama) o la exposición de la oficina del Parque en Posada de Valdeón. O en los puntos repartidos por este mapa de cumbres (cinco en Asturias, dos en Cantabria y otros dos en León). Es todo un engranaje pensado para conocer cada rincón, pero que tiene sus hitos. Sus polos de atracción.
Cuesta resumir, pero las estadísticas (escritas por las decisiones de los que viajan) hacen una selección de imprescindibles. Está Covadonga. A la postal de los lagos –Enol, La Ercina y El Bricial cuando el deshielo cumple su tarea– acudieron más de 750.000 viajeros en 2017. Mucha gente –explican los que gestionan este espacio– acude al Santuario sin saber que viene a Picos. La parte por el todo. En Fuente Dé no tienen esas dudas. El ascenso en el teleférico es un ascensor al sentido literal de la montaña y la cumbre. Al puro significado. Casi 700.000 bocas abiertas de asombro. El funicular de Bulnes, además de suponer una salvación para los vecinos y para el propio pueblo, es el emblema más reciente. Otro motivo para venir o para volver. Como el encanto sonoro y místico que tiene el propio nombre de una montaña. Un pico. El Naranjo. Porque hay viajes que empiezan por un sonido. Y viajes –porque la Ruta del Cares es otro de los iconos– que no se agotan nunca.
Como las vistas. Hay casi treinta miradores catalogados en los enroscados recorridos. El de Los Canónigos, el de Ordiales, el de Pandetrave o del Balcón de Pilatos, por citar algunos. Y ahora los refugios de montaña extienden su encanto a un público más amplio que busca ver y, también, experimentar.
Naturaleza y territorio. Pueblos. Cabrales, Valdeón, Tresviso, Cangas… El propio patrimonio de edificios y costumbres es otro encanto para los folletos. Todo entra dentro de esa estructura turística clave para las economías de tres provincias, once municipios y miles de hogares. Todo, menos saltarse la última recomendación del párrafo de antes. La de no olvidarse de cuidar el suelo que pisa.
Es guía de montaña y centra su actividad en Picos
José Antonio Sánchez
Hostelero. Cangas de Onís
José Antonio Sánchez, Toño, es la cabeza visible de Incatur, la asociación que aglutina desde 1987 a las empresas que en Asturias trabajan en, por y para los visitantes de los Picos de Europa. Empezaron en Cangas de Onís y hoy abarcan todos los concejos que se incluyen en el parque. Son 250 empresas turísticas y comercios empeñadas en ofrecer cada día la mejor cara de su sector. ¿La joya de su corona? Una central de reservas desde la que se puede acceder a todos sus servicios.
Sergio Besoy
Cocinero y guía de montaña. Brez
Gran conocedor de Picos de Europa, especialmente de su vertiente oriental. Es guía titulado de montaña. Durante dieciocho años ha ejercido de cocinero en el Parador de Fuente Dé. Hoy es el responsable del albergue La Vargona, en San Pelayo (Camaleño). Besoy es un gran corredor de pruebas de montaña, y uno de los organizadores de la prueba Desafío Cantabria, que discurre «entre San Vicente de la Barquera y Espinama y que se adentra en el interior del Parque»
María Knaapen
Viajes Autoguiados. Cabrales
Desde Arenas de Cabrales María dirige S-cape, empresa especializada en senderismo y cicloturismo, para España y Portugal. Cada año esta enamorada de Picos, que llegó por primera vez en el 88 desde Holanda y tuvo que acortar sus vacaciones porque «no paró de llover», trae a cerca de 750 personas a los Picos, el 95% extranjeras. Más que guiar, lo que hace es diseñar su estancia y rutas. Su especialidad son los viajes autoguiados, alternativa sostenible y alejada de las masificaciones
Ernesto Junco
Zoo de La Grandera. Soto de Cangas
Su nombre está íntimamente asociado a la fauna de Picos. Ernesto Junco lo sabe todo de los habitantes salvajes del parque, no en vano convive literalmente con ellos en su zoo de La Grandera, en Soto de Cangas. Osos, lobos, rebecos, linces… hasta 400 ejemplares criados en cautividad en los 40.000 metros cuadrados habilitados en su peculiar reserva, en la que se han llegado a reproducir urogallos. Además, el centro se ocupa de recuperar animales enfermos, heridos o abandonados
María Luisa García
Guía de iglesia. Lebeña
Lo suyo viene de tradición generacional. La iglesia de Santa María de Lebeña, una de las joyas del mozárabe en España, en pleno Desfiladero de la Hermida, es su pasión. Ejerce como guía oficial con un estilo inimitable y explica el significado del templo a los cientos de visitantes que llegan cada año, con simpatía, con riqueza de detalles y anécdotas. Ha tenido en su madre una «maestra» de la que aprendió la verdadera historia que encierran sus muros. Añora «el viejo tejo» del lugar
Vicente Bedoya
Artesano de la madera. Camaleño
Es su gran afición, que lleva a ferias y exposiciones. Hace quince años le entró «el gusanillo» y comenzó a tallar la madera. Durante 28 años condujo autobuses, pero sus ratos libres los aprovechaba para recuperar oficios y utensilios que desde niño conoció en Camaleño y en toda Liébana. «Trabajo la madera de castaño porque es muy duradera». Reproduce carros, aperos de labranza, saleros, hórreos, iglesias y ermitas. Ha tallado el monasterio de Santo Toribio y la ermita de La Salud de Áliva
Julián Morante Espada
Guarda refugio. Vegabaño
En la majada de Vegabaño vive Julián desde hace más de tres décadas. Es responsable de uno de los nueve refugios de Picos de Europa. Lo comparte con su mujer y sus dos hijos, de 11 y 9 años, que le han convertido en conductor de autobús escolar. Pese a la despoblación, –«no hay alternativa de vida»– intenta compartir con los que quieren descubrir un pedazo de Picos. Eso sí, reconoce que la felicidad plena llega cuando están solos, tan solo su familia y la naturaleza en estado puro»
Óscar Sebrango
Empresario y guía de montaña. Espinama
Joven emprendedor lebaniego. En 2013 ganó la III edición del concurso ‘Nansa Emprende’, promovido por la Fundación Botín, con el proyecto ‘Picos Xtreme’, una empresa de turismo activo dedicada al ‘trailrunning’, carreras de montaña y el ‘nordicwalking’. Es el guía oficial de la Vía Ferrata de la localidad de Los Llanos. Desde 2015 organiza el Campeonato de España de raquetas de nieve, y el pasado año logró para Liébana la organización del Mundial de Raquetas de Nieve