EL UNIVERSO ANIMAL Y VEGETAL

Elsa Sánchez y Begoña Almeida

Las guardianas de los osos

Begoña Almeida y Elsa Sánchez, integrantes de la Patrulla Oso de la zona oriental, en el Monumento al Oso Pardo, en el collado de Llesba :: Joaquín Pañeda

MARCO MENÉNDEZ

Su entusiasmo por su trabajo es palpable, a la vez que contagioso. Reconocen que a veces es muy duro, pero la satisfacción que sienten al saberse las guardianas de una de las especies más representativas no solo de los Picos de Europa sino de toda la Cordillera Cantábrica es su mayor recompensa. Elsa Sánchez y Begoña Almeida son las integrantes de la Patrulla Oso de la Fundación Oso Pardo, que se ocupa de la población osera oriental. Se reparten el trabajo entre los montes de Cantabria y Palencia, y llevan tiempo comprobando que el oso está volviendo a reconquistar el parque nacional, un territorio del que fue expulsado en la década de 1950, cuando fue cazado el último ejemplar conocido.

«Hay muchas zonas con presencia de osos que no usaban desde hace más de 30 años, pero en primavera se ven ejemplares jóvenes. Están ampliando sus áreas de campeo», explica Elsa. Y eso se sabe gracias al duro trabajo de rastreo que realizan día a día estas patrulleras. No solo se trata de ir con un todo terreno a un punto de observación y esperar a que aparezca un animal.

«Aquí no es como en Somiedo, que prácticamente se pueden ver los osos desde la carretera», asegura. Por eso, uno de los trabajos fundamentales de la Patrulla Oso son las esperas, elegir un punto con buena vista en el que saben que suele haber osos y aguardar durante dos o tres horas, para controlar sus movimientos, pero no siempre se dejan ver. Todo sucede al amanecer y al anochecer, ya que estos animales son nocturnos. El siguiente paso de su jornada es el rastreo, acudir a zonas de paso de los plantígrados en búsqueda de huellas o excrementos.

La educación ambiental es otro de sus cometidos. En Potes está la Casa del Oso, muy visitada por grandes y pequeños, pero es fundamental en esta labor de concienciación la visita de los alumnos cántabros. «Les enseñamos huellas, excrementos y pelos de oso para que conozcan la biodiversidad del animal. También hacemos salidas al campo para que los niños conozcan el territorio. Ellos son el futuro y, si no lo conocen, es imposible que luchen por protegerlo», asegura Elsa convencida. Y si los colegios no van a la Casa del Oso, ellas van a los centros educativos, todo ello por tratar de extender al máximo en Cantabria esa labor divulgativa sobre la importancia del oso para la región, que ya se está convirtiendo, incluso, en marca de calidad.

Pero no todo es tan agradable. También tienen que convencer a aquellos ganaderos de la zona que ven cómo el oso acaba con sus colmenas. En primavera, porque busca las larvas para conseguir proteínas, y a partir del verano, para comer miel, «porque el oso es muy goloso», apunta Elsa. Pero tiene claro que «poco a poco, los ganaderos se dan cuenta de que es importante tener osos en nuestras montañas y ya no le ven con tan malos ojos».

Dónde nacieron

Elsa es de Cantabria y Begoña de Palencia. Actualmente viven en Potes y Cervera de Pisuerga

A qué se dedican

Forman la Patrulla Oso de la Fundación Oso Pardo, en la zona oriental

Los Picos en una frase

«Nuestro trabajo es muy bonito, pero también muy duro, sobre todo en invierno»

Estas patrulleras viven de sol a sol por y para el oso. Tienen calculada la presencia de unos 40 ejemplares en la población oriental, con unos seis grupos familiares (osas con crías). La coordinación del trabajo de Elsa y Begoña es fundamental, porque la osas crían en Palencia y al poco tiempo se trasladan hacia Picos de Europa. Ambas reconocen que, «cuando estamos juntas, solo hablamos de osos y del monte. Tenemos la suerte de que nos encanta nuestro trabajo y eso facilita que, además de compañeras, seamos amigas, y eso lo hace todo mucho más fácil».