LA CONQUISTA DE LA MONTAÑA

Pablo Sedano

Vivir tocando el cielo

El guarda Pablo Sedano, durante un porteo invernal, ante el refugio de Collado Jermoso. :: Colección Pablo Sedano

DANI BUSTO

El despertador de Pablo Sedano suena a las seis y media de la mañana. Nada más ponerse en pié toca hacer café y preparar los desayunos. Cualquiera que haya estado alguna vez en un refugio de montaña sabe que allí los días comienzan pronto y acaban al atardecer. Cambiar impresiones con los huéspedes y asesorarles en lo que necesiten se llevará buena parte de los primeros minutos de la jornada. Luego toca preparar las cocinas, organizar las comidas y solucionar todos los problemas de mantenimiento, que son muchos, que van surgiendo por culpa del paso del tiempo, la lluvia y la nieve que azotan infatigables cada invierno. En total, jornadas de 18 horas que este asturiano de Cangas de Onís cumple entusiasmado desde que, en 2008, se colocó al frente del refugio de Collado Jermoso; un lugar perdido en pleno Macizo Central de los Picos de Europa, dentro del Parque Nacional en su vertiente leonesa, y a nada menos que 2.064 metros de altitud sobre el Valle de Valdeón.

Pablo dice que presentó una oferta para gestionar el refugio a la Federación de Montaña de Castilla León cuando su anterior guarda se jubiló y vio la oportunidad de hacer realidad su sueño. «Siempre quise vivir en la montaña», asegura reconociendo que, por bonito que sea, en ocasiones no es un trabajo fácil, ni está al alcance de cualquiera. «En invierno esto está cerrado porque las condiciones de acceso son muy peligrosas. De hecho, si te pilla aquí la nieve el refugio se convierte en una ratonera porque las puertas abren hacia fuera. Por eso, cada año esperamos a que comience a retirarse, sobre el mes de mayo, incluso junio, y vamos para arriba. Hay que caminar cuatro horas desde Cordiñanes, que es la subida más directa, aunque con mucho desnivel. Cuando se puede cargamos un par de mulas; si no, con la mochila al hombro y a por ello».

Pablo cuenta que, por difícil que parezca, las cosas son hoy mucho menos complicadas que hace unas cuantas décadas. En el refugio disponen de energía solar, una turbina hidráulica y un autogenerador, así que no hay problema de agua y luz. Otra cosa es llevar hasta allá arriba todo lo que se necesita cada semana para dar de comer o cenar a las cerca de dos mil personas que cada año pasan por la que él siente como su casa. «Entre los refugios de la zona contratamos un helicóptero y ellos nos van aprovisionando. De otro modo es casi imposible».

Dónde nació
En Cangas de Onís (Asturias). En la actualidad reside todo el año en el refugio de Collado Jermoso que tiene 28 plazas y acceso por Cantabria, desde Fuente Dé, y León, desde Cordiñanes
Formación
Tiene el título de Guarda de Refugios de Montaña por la universidad de Toulusse (Francia). Le encantan el ski de travesía y el alpinismo
Los Picos en una frase
«Siempre quise vivir en la montaña y mi sueño se ha cumplido»

El hecho es que en estos diez años a Pablo no se le han quitado las ganas. «Estoy aquí con la misma ilusión del primer día. No es solo vivir en un lugar privilegiado… no sé quién dijo aquello de que, si no quieres trabajar en tu vida, debes buscar un trabajo que de verdad te guste. Ese es exactamente mi caso. Este es un lugar alucinante, único en el mundo, en el que cada día, y cada hora del día, todo cambia porque la luz se encarga de hacerlo distinto. Por si eso no fuera suficiente, te da oportunidad de conocer a gente increíble de todo el mundo».

El chaval no disimula la satisfacción que da saberse afortunado y cuenta que ha llegado a albergar a japoneses. Dice, henchido de orgullo, que aún llegando desde un país como el suyo, sembrado de maravillas, no pueden evitar enamorarse de los Picos. Luego nos deja. Atardece y hay que caminar diez minutos, sentarse y esperar a vez caer el sol sobre el macizo del Cornión. Posiblemente, la puesta de sol más bonita del mundo.