EL PAISANAJE EN SU HÁBITAT

Jéssica López

Las sabias manos del Cabrales

Jéssica López, con uno de los quesos que produce en Sotres desde que se puso al frente de la Quesería Maín en el año 2007 :: Nel Acebal

LAURA MAYORDOMO

Dice de sí misma que aún le queda mucho por hacer y aprender para ser toda una experta en la elaboración del queso Cabrales, pero los paladares más exquisitos decidieron ya en dos ocasiones, en 2011 y 2014, que el suyo, el de la Quesería Maín, era el mejor. «Este es un queso artesano y no todos salen igual. Hay que tener mucha mano y mucha constancia. Es complicado llegar a cogerle el punto».
Jessica López, formada como diseñadora gráfica, aprendió el oficio cuando tomó la decisión de asentarse definitivamente en el pueblo de sus padres, en el que nació y vivió sus primeros años hasta que el cierre de la mina de Áliva en la que trabajaba su padre obligó a trasladar a toda la familia a Torrelavega. Con el paso de los años todos fueron volviendo a Sotres, el pueblo más alto de Asturias –está situado a 1.050 metros de altura–, donde en la actualidad sus padres regentan un negocio hostelero y su hermano trabaja como taxista.

Ella se instaló allí con su marido, Javier, natural de Tielve. «Vivimos un año en Oviedo, pero la ciudad no era lo nuestro y decidimos volver». Fue ahí cuando se plantearon la pregunta. ¿Cómo ganarse la vida? No eran muchas las opciones para la, por entones, pareja de veinteañeros. Pero contaban con la ventaja de tener en casa a los maestros necesarios para convertirse en elaboradores de queso Cabrales. Con la ayuda y los consejos de la madre y la abuela de Javier, también con los del tío Pepe, empezaron a dar forma a su sueño.

Y así fue como, en el año 2007, abrieron su propia quesería. En una nave alquilada en la que fueron afianzando el negocio y que dio paso, ocho años después, a unas modernas instalaciones en cuyo diseño Jessica aplicó todos los conocimientos adquiridos en su etapa de estudiante. «Teníamos muy claro lo que queríamos», dice. Y lo llevaron a la práctica. El edificio llama la atención por su forma cilíndrica, simulando un queso, y la tonalidad verde de las paredes, que imita al cardenillo típico del Cabrales.

Abrió sus puertas en 2015 y, además del centro de elaboración del que cada año salen unas doce toneladas de queso, es un aula didáctica en la que los visitantes –entre seis y ocho mil cada año, siempre en grupos reducidos– pueden conocer de primera mano todo el proceso de producción artesanal del Cabrales. También realizan una visita a una de las cuevas en las que el queso madura durante meses. Lo hacen guiados por Jessica o Javier, implicados en este proyecto común hasta el más mínimo de los detalles. «Lo hacemos todo los dos. Compartimos las 24 horas del día», cuenta Jessica, para la que las jornadas laborales entre la quesería, el ganado –«atender a las cabras me encanta, incluso me relaja. No creí que me fuera a gustar tanto», confiesa– y, desde hace casi cinco años, la presidencia del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, apenas le deja tiempo libre.

Dónde nació

El 20 de febrero de 1983 en Sotres

A qué se dedica

Propietaria de la Quesería Maín y presidenta del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida queso de Cabrales

Los Picos en una frase

«Soy muy feliz aquí. No lo cambiaría por nada»

Tanto esfuerzo se ha visto recompensado con no pocos reconocimientos. Junto con los de mejor Cabrales, el que con más orgullo lleva Jessica es el que recogió en el Ministerio de Agricultura en 2016, el Premio de Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales en la categoría de actividad agraria.